Un primer tiempo muy táctico. Los defensores de cada equipo fueron fundamentales con salida prolija desde el fondo. Rodrigo De Paul, uno de los mejores del primer tiempo, tapaba al mejor de ellos, Frenkie De Jong. El 7 y Nahuel Molina jugaron en modo Udinese combinando muy bien. El ex Boca estaba rápido y picante. En una pared con Messi, el 10 le puso un pase que solo vió él y el 26 la paró y definió. Un Mac Allister firme y con personalidad, un Enzo Fernández que no erra un pase, un Julián Alvarez que las corre todas y un Huevo Acuña que intentaba pero estaba impreciso. ¿Holanda? Buscaba explotar la velocidad de sus delanteros con pelotazos a la espalda de los defensores argentinos. Gran primera mitad de la Selección mostrando solvencia y seguridad.

Si en el primer tiempo Molina era Cafú, en el segundo tiempo, Acuña parecía Roberto Carlos. Era el que empujaba ante una Holanda sin ideas. El Huevo gambeteó a Dumfries y le hizo penal. El arquero holandés había dicho que le iba a atajar un penal al 10. Minga. Y faltando quince, con los cambios Holanda se acercó con el nueve que parecía Naninga, el del 78. Y descontaron en el primer tiro al arco. Y encima el árbitro dio 10 minutos de descuento. En la última, otra vez ese Naninga y al alargue. Qué injusticia. Qué venenoso puede ser el fútbol. Pero la Selección levantó la cabeza. Y lo tuvo Enzo pero dio en el palo. Y lo tuvo Lauti y sacó el arquero. Penales. Parecia que estaba armado por el mismísimo diablo. Pero apareció Él Dibu. El guardaespaldas de una Nación. El de los guantes de diván. Dos penales atajó la bestia. Enzo demostró que es humano y Lauti, que persigue la gloria constantemente. Estamos en semis. Los que bailaban carioca ya volvieron a casa, y nosotros seguimos, al ritmo del tango.

Nuestro enviado especial desde el cielo le dice a los holandeses: "Anda pa allá, bobo".