Opinión
Javier Milei impone las reglas del juego, mientras la oposición busca una nueva forma para dar la discusión de cara a la sociedad y con la mirada en el futuro
Por: Julieta Waisgold
9 de marzo de 2024
Si es cierto que los gobernadores y los
diputados pudieron establecer límites a las decisiones presidenciales a través
de resortes institucionales, también es cierto que desde que asumió Javier
Milei viene trazando los contornos de la discusión pública.
Con iniciativa política para ofrecer
resistencia, por el momento la oposición no logra delimitar en la cancha su
juego propio.
Mientras se mueven las placas tectónicas de la
política y se activan nuevas formas de polarización social, el malestar y la
incertidumbre son cada vez más transversales.
La sociedad tiene un marcado grado de polarización que varió respecto a años atrás. De la última encuesta que hicimos junto con Trespuntozero surge que casi 30 % de las y los argentinos dicen identificarse con el mileismo, antikirchnerismo y el macrismo, y casi otro 30 % con el kirchnerismo, antimileismo y antimacrismo. En ese esquema, si antes el clivaje dominante era el kirchnerismo/ antikirchnerismo hoy la disputa central en la opinión pública es entre kirchnerismo/ mileismo -Casi un 14 % dice identificarse como milieista y el 17,5 % kirchnerista-. Por fuera de esas variantes sucede que más de un 40 % no se identifica con ninguna de esas opciones.
Los números muestran que la polarización es aún el factor de identificación política dominante, lo que nuclea, y al
mismo tiempo cambia sus puntos de apoyo. Si antes el clivaje de la
grieta pivotaba en torno al kirchnerismo y al antikircherismo, hoy parece que el mileismo se suma como nuevo actor actor político, lo que produce una
reconfiguración de un sistema de representación que además de todo aparece cada
vez más fragmentario.
El malestar social -tal vez menos sonoro y más
cotidiano que el discurso político- mientras tanto sigue su rumbo entre el 44 %
que votó al peronismo en el balotaje, pero también entre aquellos sectores que
votaron a Javier Milei y hoy siguen apoyándolo.
Con una importante caída del consumo en todos
los rubros, inclusive en cosas tan básicas como alimentación y medicamentos, los
argentinos tienen algo más transversal en común que las posiciones políticas.
La mayor parte atraviesa algún tipo de malestar económico y está cada
vez más abocado a atender sus cuestiones personales.
Si la pandemia guardó a los argentinos en sus
metros cuadrados en un intento distópico por sobrevivir, este momento del país
tiene a cada uno abocado a sus cosas, su familia y su bolsillo en el intento de llegar a fin de
mes. Como si fuera una pandemia por otros medios. Una pandemia política.
El fenómeno social al que estamos asistiendo
se parece más a la continuidad del desmembramiento social que a algo capaz de
cobrar una forma propia.
La representación política tiene de algún modo
un movimiento envolvente, con doble flujo. De abajo hacia arriba pero también
de arriba hacia abajo.
Mientras el presidente traza el campo de
juego, tal vez a la oposición le toque no solo escuchar lo que pasa en la
sociedad sino también interpretarlo y darle forma propia. No en espejo, sino
yendo a buscar una vez más algo nuevo.
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