El cemento derrite las zapatillas pero el hincha sigue. Resiste. Se ilusiona con ver a los muchachos. Porque sabe que va a valer la pena. Las cervezas se venden más baratas porque conviene pero en realidad es porque nos volvimos más nobles. Algunos comentan acerca de la importancia de lo que está sucediendo con la frase: "Todavía no caigo". Es importante esperar a los jugadores pero más lo es el hecho de mirarnos a la cara y sonreírnos. Ante cualquier señora el grito es: Abuela Lalalala. El Soundtrack del Mundial sigue siendo "muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar" aunque algunos quieren imponer la nueva letra "Ya ganamos la tercera, ya somos campeón mundial" Los autos tocan la bocina para festejar, los policías aconsejan caminos viables que nos llevan a la Scaloneta, los pibes aprovechan que está todo cortado y juegan a la pelota en la calle, sueñan, ilusionan, poder ser como Messi algún día. Ni idea tienen de lo linda que es su infancia. El tiempo se frena en una alegría infinita. Por momentos se disfruta el sol y por otros recordamos que ganamos algo que esperamos 36 años. Y parece tan fácil. Aunque otros, más razonables, reivindican al Dibu Martínez: "Sin él, no ganábamos el Mundial". Alguien le contesta: "Mbappé es una bestia, la verdad". Otros idean tatuajes o buscan en Internet el paradero de sus ídolos, por dónde andará el micro, algún exigente pide por la cuarta copa, lo cierto, es que somos más felices que hace un mes.