Permitiría lograr reducir la producción de gases de efecto invernadero y disminuir el aumento de temperaturas
19 de agosto de 2022
La energía hidráulica tiene que ver con la que se obtiene del movimiento del agua. Históricamente la energía cinética del agua es utilizada, pero actualmente se estila retenerla en embalses y liberarlas aguas abajo, transformando la energía gravitatoria en cinética. Así se logra mediante el movimiento del agua hacer girar turbinas unidas a generadores, y por ende generar electricidad.
Estos procedimientos representan bajos costos para la obtención de electricidad, y emplea un uso responsable de los recursos como el agua. Y en comparación con otros modos de obtener electricidad produce menor cantidad de gases de efecto invernadero.
Se estima que sólo el 30% del potencial hidroeléctrico es aprovechado, por lo que las proyecciones son buenas. La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) plantea que para 2050 la capacidad hidroeléctrica mundial debería crecer un 60% para poder alcanzar los parámetros de limitación de la temperatura planetaria en 2°C, ya que con ese crecimiento se llegaría a la producción de 2150 GW.
Hoy los principales países productores de hidroelectricidad son China, Estados Unidos, Brasil y Canadá, que en conjunto representan el 50% de su generación.
En cuanto a América Latina, en 2019 se experimentó el crecimiento más rápido en cuanto a energía de este tipo, logrando cerca de 5,172 MW de capacidad agregada. En Argentina, la potencia instalada de energía hidráulica es de 33,2% del total, con 95 aprovechamientos hidroeléctricos.
Dentro de las ventajas que representa es que es un recurso renovable, no genera recursos tóxicos, tiene vida útil muy larga, es limpia, el costo operativo es relativamente bajo, y se mantiene estable en cuanto a la capacidad de generación.
Las desventajas se relacionan en primer lugar con la presencia de sequías, y si los reservorios donde queda el agua son muy grandes podría significar un desaprovechamiento de espacios verdes.
Desde diciembre de 2023 hasta hoy, el presupuesto otorgado por el Gobierno Nacional a las universidades públicas cayó un 30% y, en consecuencia, los salarios reales docentes un 23%.