Fontanarrosa, el lenguaje y su particular forma de representación cultural

"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: 'me cagué de risa con tu libro'", solía repetir Roberto Fontanarrosa. El mismo que llevó a la reflexión, a través de carcajadas, a una población completa sobre las malas palabras en el Congreso de la Lengua Española de 2004.

19 de julio de 2022

"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: 'me cagué de risa con tu libro'", solía repetir Roberto Fontanarrosa. El mismo que llevó a la reflexión, a través de carcajadas, a una población completa sobre las malas palabras en el Congreso de la Lengua Española de 2004.

Esa quizás haya sido su disertación más recordada. Es innegable que su discurso sobre las malas palabras marcó a muchos, posiblemente por lo gracioso e increíble de que en medio de tal formalidad que significaba el "Congreso", el Negro estuviese diciendo lo que decía. Sin embargo, estaba realmente haciendo un análisis sobre la construcción del lenguaje, su uso y su denominado mal uso. Estaba haciendo reír, pero como a lo largo de su obra, estaba haciendo pensar desde lo popular.

Menester recordar sus palabras, que han dejado mucho que analizar: "¿Por qué son malas palabras las malas palabras?" planteó al auditorio. "No sé quienes las definen como malas palabras. Tal vez son como esos villanos de las viejas películas que nosotros veíamos que en principio eran buenas pero la sociedad las hizo malas. Tal vez nosotros al marginarlas las hemos derivado en palabras malas", reflexionó.

Con una creatividad única, la reflexión estaba entre líneas. El lenguaje, sus definiciones y el rol social. Un aspecto básico de la lingüística que entre chiste y chiste no parecía ser tan importante.

"Hay palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables. No es lo mismo decirle a una persona que es tonta o zonza, que decir que es un pelotudo", analizó y el público estalló en carcajadas, a pesar de su tono serio. Y prosiguió "el secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada, no sé si está en el Diccionario de dudas, me voy a fijar... (entonó pensativo). Puede hacer referencia lógicamente a algo que tiene pelotas, podría ser un utilero de fútbol es un pelotudo porque traslada las... Pero digo, el secreto, la fuerza está en la letra 'T': PeloTTTTTTudo", marcó.

Detalló varias de estas consideradas malas palabras. Y antes de cerrar su exposición pidió una "amnistía para la mayoría de ellas" acusando a su habilidad terapéutica para descargar el estrés. Apeló a su "integración al lenguaje" porque iban a ser necesarias. Y vaya si tuvo razón.

Así, Fontanarrosa, durante toda su carrera como humorista gráfico y escritor llevó a la reflexión a través de cuestiones que parecían banales pero que no dejaban de describir a una sociedad determinada, en un tiempo determinado, con una cultura determinada, de la que él era parte no solo como componente social sino también como gestor cultural.

La crítica social la desarrolló a través de sus viñetas. Ya por 1971 la parodia de James Bond sentaría las bases de Boogie el Aceitoso, uno de sus iconos. Al año siguiente comenzó a publicar en la revista Hortensia, las historietas de Boogie e Inodoro Pereyra. Su humor no tenía temática específica, actualidad, desborde de fútbol, vida cotidiana, cultura, política, y más fútbol.

Llegó a la contratapa de Clarín, y luego a la Revista Viva, con Inodoro Pereyra, quizás la popularización más grande de su obra. También lo fueron sus libros literarios, novelas, cuentos, y las ediciones en solitario de las sagas de estas dos historietas mas que emblemáticas de su carrera, y de la cultura nacional.


En los 80 comenzó a trabajar junto a Les Luthiers, como "colaborador creativo", su aporte y personalidad, coincidía con el estilo único e identitario del grupo. Aportó infinidad de chistes y frases. Fontanarrosa comentaba: "A cualquier lado donde voy, en cualquier entrevista que concedo, menciono, como al pasar, que soy colaborador creativo del grupo. Y me miran como si yo estuviera sentado a la diestra del Señor". Según Marcos Mundstock, los aficionados se esmeraban en descubrir qué frase, qué situación, qué chiste habían sido aportados por el "Negro".

"Los dibujantes pasan, los dibujos quedan", cuál canción de cancha reflejó la viñeta donde Fontanarrosa se dibujó a sí mismo, en una historia combinada entre Pereyra y Boogie. Aunque parece que aquí si se equivocó, porque el Negro a pesar de su muerte, no pasó, quedó como sus dibujos.

Fontanarrosa falleció el 19 de julio de 2007, padecía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Paradójicamente, una vez en el bar El Cairo en Rosario, donde se reunía la famosa "Mesa de los Galanes" (que también devino en libro) a debatir sobre "nada importante", el Negro propuso que todos los que normalmente asistían, concurrieran a celebrar juntos el Día del Amigo, un día antes. Propuso el 19 de julio para que el 20 cada quien se reuniera con sus propios grupos de amigos. Tiempo después, fallecería ese mismo día, dejando incluso con su muerte una anécdota que contar.

En el 15 aniversario de su desaparición física, el bar El Cairo, será el sitio donde de presentarán las reediciones de sus libros El mundo ha vivido equivocado y La mesa de los galanes, y la publicación de Quiero verte otra vez, que reúne una serie de relatos futboleros.


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