Ciencia
La falta de presupuesto para proyectos de desarrollos de alta complejidad tecnológica en Argentina genera incertidumbre en la comunidad científica. Cuáles son los riegos si las obras se paralizan por completo
Por: Diana Costanzo
20 de abril de 2024
La historia del desarrollo nuclear en Argentina está marcada por los diferentes momentos políticos del país que han definido su impulso o su freno por motivos económicos, pero también geopolíticos. Con el sostén de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) creada en 1950, el país logró durante más de 70 años grandes hitos: la construcción de reactores de investigación, dominar el ciclo completo del combustible y exportar reactores de producción de radioisótopos, que se utilizan en medicina nuclear para el diagnóstico y tratamiento del cáncer.
Ahora el desfinanciamiento dispuesto por el
gobierno del presidente Javier Milei amenaza con frenar proyectos clave: entre
otros el reactor modular CAREM, en la localidad bonaerense de Lima, y el
reactor multipropósito RA-10 que está ubicado en Ezeiza, ambos únicos en
América Latina.
También está en riesgo la finalización
prevista para los próximos meses del Centro de Protonterapia para el
tratamiento de enfermedades oncológicas pediátricas, que se construye en la ciudad
de Buenos Aires.
La situación en la CNEA es similar a la que
atraviesan las universidades nacionales y otros organismos del Estado. Para
2024 sólo se dispone del presupuesto prorrogado de 2023, que se estima
alcanzará hasta mayo o junio.
"La institución está en una situación de fragilidad, del crédito comprometido
en el primer trimestre se pagó 11 % de lo que no correspondiera a salarios y
becas. Está en riesgo el pago de servicios, entre ellos el médico, que por
seguridad e higiene se debe cumplir para que asistan los trabajadores a los
centros atómicos", explica Adriana Serquis, presidenta de la CNEA. Y agrega: "No
tenemos respuestas claras. Mientras tanto, hay personal capacitado que se está
yendo a trabajar al exterior". La funcionaria ya presentó su renuncia y aguarda
que se designe su reemplazo.
La degradación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación creado en 2007 fue el puntapié inicial del feroz ajuste. "Es una destrucción sistémica. No hay un proyecto de país sino un plan de negocios que no necesita ciencia y tecnología. Contra todo lo que nos enseña el siglo XX ¿ahorrar en ciencia y tecnología es ahorro de gasto público?" se pregunta Diego Hurtado exvicepresidente de la CNEA y profesor de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). "Hay un segundo componente geopolítico: cumplimos con un viejo anhelo de Estados Unidos que es debilitar el desarrollo nuclear en la Argentina" afirma el historiador de la ciencia.
Reactor multipropósito RA10. Foto: INVAP.
En riesgo
La Agencia de Energía Nuclear de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) calificó al prototipo argentino CAREM como el más avanzado a nivel global. Pero su continuidad peligra: por el recorte presupuestario el pago a las empresas contratistas y otros proveedores está demorado. La situación se agrava porque los fondos adjudicados no pueden ser ejecutados por un decreto oficial sobre los fideicomisos.
Como contó El Editor en otras publicaciones, elCAREM es el primer diseño de un reactor nacional de potencia. Con capacidad para generar 32
megavatios, podría abastecer de energía eléctrica a una ciudad de unos 120 mil
habitantes. Es ideal para localidades alejadas de las redes porque requiere una
baja inversión. "Podemos perder nuestra soberanía tecnológica y energética en aplicaciones nucleares que
siempre han sido con fines pacíficos" se lamenta la doctora en física Adriana
Serquis.
En
el marco de la transición global hacia energías limpias, la Argentina tendría
la posibilidad de abastecer a regiones alejadas de las grandes ciudades.
Además, los pequeños reactores no requieren inversiones masivas de capital
inicial. "Permiten una inversión más accesible y paulatina, en módulos que se
pueden construir de manera sucesiva" explica el investigador principal del
CONICET Diego Hurtado. "La energía nuclear es imprescindible para la transición
energética" asegura.
La
paralización de desarrollos de alta complejidad tecnológica es riesgosa. Es que
los grupos de profesionales se desarticulan y se pierde la inversión realizada
por el Estado. "Estos proyectos no se pueden reanudar tan fácilmente, el
personal es lo más costoso, lo más difícil de rearmar. Si se detiene, volver a
poner en marcha el proyecto CAREM puede ser una tarea de muchos meses e incluso
años" advierte Hurtado.
Otro
proyecto que preocupa es el reactor multipropósito RA-10 ubicado en el CentroAtómico Ezeiza. La obra civil está completa pero la empresa INVAP, que es la
principal contratista, podría detener los trabajos por la falta de pagos.
Estaba
previsto que el año próximo comenzaran las pruebas. Su puesta en marcha
ofrecería a la Argentina la posibilidad del ingreso de unos 90 millones de
dólares anuales por la producción de radioisótopos y por la irradiación de
semiconductores para el dopaje de silicio. Se trata de un material necesario
para producir componentes electrónicos de alta potencia que tiene alta demanda
ya que hay pocos países que lo producen.
¿Qué se pierde si se desfinancia el sector
nuclear? "La capacidad de aumentar la producción de radioisótopos para el
diagnóstico y tratamiento de enfermedades, tener un centro especializado en
cáncer infantil y la generación de divisas por la exportación de productos.
También significa discontinuar un proyecto como el del mosquito estéril que
permitiría controlar el dengue, que se lleva adelante en el Centro Atómico de
Ezeiza" enumera la presidenta de la CNEA.
Una cuestión de geopolítica
La presión de las grandes potencias a los países en desarrollo para desalentar los proyectos estratégicos del sector nuclear y satelital han sido constantes a lo largo de la historia. "En este caso no hay una señal clara. Pero el gobierno estadounidense dijo que la Argentina no debería, por ejemplo, continuar con el desarrollo de la Central Nuclear Atucha lll. El contrato ya se había firmado con la empresa Nucleoeléctrica", explica Adriana Serquis.
Además,
el desfinanciamiento para desarrollos nucleares fue recurrente en los gobiernos
neoliberales. "Ocurrió en la década de 1990 en la presidencia de Carlos Menem,
también con Mauricio Macri y ahora en este gobierno anarcofinanciero con un
alineamiento completo con Estados Unidos" afirma Diego Hurtado. "Cualquier país
desarrollado tiene un Estado potente que lidera los desarrollos científicos"
agrega.
La paralización de proyectos tiene un costo alto: la pérdida de profesionales capacitados. "Recuperar a personas que se están yendo por la falta de futuro es lo más grave que está ocurriendo" dice Serquis, quien emigró a Estados Unidos en 2000 y regresó en 2004. "Faltan investigadores de mi generación y eso hace muy difícil el traspaso de conocimiento. Ya le ha costado mucho al país" finaliza.
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