Sociedad
El pueblito bonaerense supo cobijar a la tercera industria láctea del país. Sin embargo, en la actualidad quedan pocos vestigios de su época de apogeo. La idea de una pareja que busca poner el pueblo en valor, reconvertirlo y así ofrecer una opción para turistas y lugareños
Por: Romina Lambert
30 de diciembre de 2023
Situado a 20 km
de la ciudad de Chascomús, Gándara es un pequeño pueblo bonaerense que supo
tener la tercera industria láctea del país. Lamentablemente desde que se cerró
la planta en 2007, el éxodo de sus habitantes fue casi total.
Frente a la
pandemia, Virginia Costa y Sebastián Cappiello, una pareja que había sido
despedida de una compañía aérea, se instaló en el paraje rural con la idea de
recuperar el antiguo comedor del establecimiento de la fábrica láctea, reabrirlo
y convertirlo en una pulpería para turistas y locales.
En un comienzo, al
ser contexto de pandemia, pensaron en una iniciativa que no agrupara a mucha
gente y con la idea en mente, decidieron armar una cabaña para alquilar a quienes
buscaran vacaciones o una forma de turismo diferente.
En enero del 2021 inauguraron la primera cabaña y al año siguiente la segunda. De esa forma, "intentamos de alguna manera que la gente empezara a conocer Gándara, a relacionarse de otra manera con el lugar, que la incluyera dentro del circuito del turismo y no solamente relacionarla con la nostalgia de lo que fue la fábrica en los '80", cuenta a El Editor Virginia.
Monasterio San José.
Un pueblo
fantasma
El cierre de la
fábrica láctea fue no solo afectó a las y los habitantes del paraje rural sino también,
a los pueblos vecinos como Chascomús, Brandsen, Altamirano o Jeppener. Hoy
quienes lo visitan lo consideran un pueblo nostálgico. "Mucha gente recuerda
cuando eran chicos y los padres quizás los llevaban a la costa y hacían una
cola larguísima para que la gente de Gándara les diera unos yogurcitos", relata
Virginia. "Hay como un recuerdo anclado a eso que es muy agradable", agrega.
Los fines de
semana suele recibir una camada importante de vehículos, incluso grupos de treinta
o cuarenta personas en bicicletas que se trasladan desde La Plata o desde
pueblos más cercanos. Pero cuando llegan a Gándara se tropiezan con un paraje
rural bastante abandonado.
En la actualidad
viven aproximadamente 15 familia en el lugar. Y como hay una gran extensión de
campo las casas se encuentran muy distanciadas unas de otras. Por lo cual, "el
que llega y no conoce, dice acá es un pueblo fantasma", admite Costa.
Cuando la
fábrica cerró, esas familias que trabajaban y habitaban en esas casitas, dejaron
de vivir en el pueblo. Entonces "el paisaje puede ser un poco desolador, pero a
la vez súper interesante para la gente que les gusta visitar lugares que parece
que quedaron en el tiempo", suma Virginia.
En la actualidad Gándara cuenta con una escuela en funcionamiento, una estación de tren y una estación de policía. Pero al ver las casas vacías y la fábrica en desuso, sienten que al pueblito lechero le falta algo. "Creo que los turistas vienen, se bajan del auto, dan una vuelta y no pueden creer que en la ex fábrica no esté pasando nada más que eso", suma la emprendedora.
Virginia Costa y
El proyecto
de una pulpería
Virginia Costa
cuenta a El Editor que la idea de abrir una pulpería surgió luego de una charla
con la gente que visita sus cabañas. "Nos pedían un lugar para ir a comer,
donde ir a tomar un café o donde comprar algo de proveeduría", dice.
Frente a la
ausencia de un lugar que abastezca las necesidades de los vecinos de Gándara, a
Virginia y a Sebastián se les ocurrió arrancar con una idea piloto: instalaron
una mesa frente a la estación y llevaron unos termos de café y unas medialunas.
Los visitantes que llegaban en bicis, autos o camionetas al pueblo frenaban
para preguntar qué tenían. También consultaban por un baño disponible.
Toda esta
situación encendió la lamparita en la pareja y pensaron que la idea de abrir
una pulpería no solo era una opción para los turistas sino también, para los propios
vecinos de Gándara. "Lo empezamos a planear como un proyecto a futuro y comenzamos
a intentar negociar con el dueño del ex restaurante de la fábrica para que nos
alquilara el lugar", cuenta Virginia
"Tardamos tres
años intentando convencerlo hasta que por fin lo logramos", comenta contenta
Virginia. El sueño de la pareja empezó a tomar forma. Comenzaron muy de a
poquito a restaurarlo para lograr abrir un lugar que, en principio, abra los
fines de semana y así darles a los habitantes de Gándara un lugar donde pasarse
a tomar algo o comer algo al paso.
"No pretendemos
ser la mejor experiencia gastronómica de la provincia, pero sí bancar un poco
estas necesidades que tiene no solo el turista sino también el vecino", remarca
la pareja.
Para la pulpería
abrirán la punta del restaurante que son nada más que 30 metros cuadrados, ya
que "abrir todo el restaurante es muchísimo gasto y se nos escapa totalmente de
nuestras posibilidades", reflexionó Virginia.
Con respecto al
espíritu de la pulpería, tienen pensado darle una impronta moderna. En las
paredes, en vez de copiar los típicos carteles de pulpería, decidieron reproducir
cosas que tuvieran que ver con su propia historia, con lo que ellos transitaron.
Y eso será una sorpresa que develarán en el momento que la abran.
También tienen
en mente abrir una pequeña proveeduría con productos básicos. "Me parece que el
vínculo con la gente de Gándara se va a generar mucho más cuando se abra porque
es algo que necesitamos", finalizó Virginia.
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