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Gilda, la santificación popular de la ternura

Pasadas las seis décadas de su llegada al mundo, y casi treinta años de su fallecimiento, su éxito y popularidad siguen intactos. Una artista que se convirtió en santa y dejó una huella indeleble en la cultura.

Por: Nicolás Rzonscinsky
11 de noviembre de 2023

Con una corta vida musical, María Alejandra Bianchi, mejor conocida como Gilda, no solo transcendió las barreras de universo de la música tropical y las bailantas en los años 90, sino que, esa mujer de corazón valiente que supo plantarse en los escenarios, además se convirtió en santa. Gilda fue, es y será una mujer referente de la cultura popular argentina.

En los años 90 Gilda abandonó el delantal de maestra jardinera, profesión que ejercía hasta ese entonces para subirse a los escenarios. Fue una mujer que logró su propio estilo y personalidad en el mundo de la movida tropical, un ámbito dominado por varones y con una mirada de -y hacia- la mujer en las que ella no parecía encajar.

No hay un tema de Gilda que no se conozca. Su obra pasa de generación en generación. Entre sus temas más exitosos aparece Fuiste. Para ello, Rodrigo Cárdenas, actor, autor y director teatral, quien tuvo el privilegio de haber sido el único en filmar un videoclip con Gilda cuenta a El Editor: "Yo no sabía quién era Gilda, no conocía sus canciones, me llamaron y me preguntaron si quería hacer un video con una cantante tropical. 'Vos tenés que hacer de la pareja de ella y se pelean', me explicaron, fui parte de Fuiste", recuerda Rodrigo.

Quiénes la conocieron aseguran que la cantante de No es mi despedida generaba una energía que no era común. "Gilda tenía un humor increíble, a veces bastante discutidora. La recuerdo y me río", cuenta Cárdenas que continúa con una anécdota: "El video se grabó frente al Lawn Tenis, en la Avenida Figueroa Alcorta, yo estaba esperando casi sin saber con quién me iba a encontrar. Apenas había visto una foto de ella. Cuando Gilda bajó del auto lo primero que me dijo fue 'uy que cagada, yo esperaba un galán", recuerda y reflexiona: "Fue un primer chiste que descontracturó toda la situación".

Esa grabación duró 48 horas, tiempo que compartieron Gilda y Cárdenas. "Por ahí no se percibe, pero ella reía por cualquier cosa y no paraba de hacer chiste, era muy ácida, muy irónica", dice y como detalle final resalta: "Era hermosa".

Luego de Fuiste, llegaron nuevas canciones, un éxito acelerado, giras, y la muerte inesperada en un accidente de auto, en la ruta nacional 12, en septiembre del 1996 con apenas 35 años. Ese mismo día, muchísimas personas comenzaron a atestiguar milagros obrados por la cantante tropical, un fenómeno de devoción popular que la convirtió en santa.


Santuario de Gilda en Entre Ríos. Foto: Telam.


En ese sentido Néstor Borri, integrante del Centro Nueva Tierra, del colectivo Factor Francisco, conocedor de asuntos de religiosidad popular, explica a este medio "El fenómeno de Gilda se inscribe en algo que parece estar más arraigado o adentro de muchos fenómenos de devoción popular, o más en particular de religiosidad popular".

Para Borri se trata del vínculo entre una muerte repentina o cruenta y algunas características de la vida. "Es en ese punto de 'vida truncada' donde se magnifica, proyecta, se ponen en otro plano ciertos rasgos que generan admiración, amor o cierta conmoción particular".

"Creo que Gilda -Sigue Borri- comparte, además, con otras figuras algo de interrupción de su vida en las rutas, en los caminos -hay algo de los santos populares y los caminos- el camino interrumpido parece ser un dispositivo de santificación. Uno lo puede ver desde Gilda, también en Rodrigo (El potro cuartetero), de manera distinta en La Difunta Correa o más metafórica en el Gauchito Gil".

"En el caso de Rodrigo, el accidente tal vez pone de manifiesto ese impulso vital, fiestero, alegre. La Difunta Correa evoca ciertos aspectos de la madre nutricia. Ya el Gauchito Gil presenta una dualidad vinculada con las rutas, porque fue ampliamente difundido por los camioneros en el nordeste argentino con el avance de la ruta del Mercosur, pero también era un bandido de los caminos".

"En cada caso se magnifica, se amplía, se transfura una virtud anterior. En el caso de Gilda creo que tiene que ver con la belleza, muy probablemente con la poesía y la música, pero también hay algo cifrado del valor de una mujer que se hace un lugar en un mundo de hombres, como puede ser el de la cumbia, y a su vez, algo que tiene que ver con la ternura, reflexiona Borri, que también considera que "Gilda emblematiza todo esto y por eso no está en el pico de popularidad pero tiene un lugar en el panteón, en el acorde de las cosas que se valoran en este tipo de devociones".

Conurbano, lugar de pertenencia

En el diálogo con ambos entrevistados, aparece el conurbanocomo lugar de pertenencia de Gilda (más alla de su nacimiento en Devoto y su fallecimiento en Entre Ríos). Cárdenas asegura que la cantante "Tenía la sensibilidad y el sentido común como dos marcas. La asocio con las fiestas populares del conurbano, la fiesta en las calles", y agrega: "Sus canciones fueron una marca distintiva, porque aparte las sigo cantando en la cancha, sobre todo 'No me arrepiento de este amor' que es una de las canciones emblemáticas de todas las hinchadas".

En tanto, Borri argumenta: "Los conurbanos en general, pero el bonaerense, el de la metrópolis, en general es como la gran falla -en sus dos sentidos, el tectónico y el de 'no encaje'- y el de frontera cultural del país. Es como un lugar de quiebre, pero al mismo tiempo es como una gran frontera, como un lugar de tráfico de creencias de todo el país, y quizás de todo el continente".

Y continua: "Como de alguna manera Buenos Aires lo ha sido a fines del siglo XIX y principios del XX con el mundo, con las múltiples migraciones que recibió. Creo que ahí se fusionan, trafican, trasmutan y se componen en un panteón a la Virgen de Caacupé, la Difunta Correa, el Gauchito Gil, Rodrigo, Gilda. En esos espacios la cultura es también una gran creadora, una gran mixturadora de tradiciones y de devociones. Una usina de creencias, de promesas, de figuras que recogen esa fe y esperanza en la promesa. Permanece activa y así seguirá, es que es un foco importante de creación de imágenes y de figuras en las que las personas depositan simbólicamente no solo su identidad, sino sobre todo su esperanza", cierra Borri.

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