Ciencia
Estos organismos complejos despiertan fascinación en todo el mundo por su resistencia extrema. Y aquí son investigados a fondo por un grupo bonaerense
Por: Fernando Fuentes
1 de junio de 2024
Eso de que la unión hace la fuerza se palpa en
la estructura de un liquen. Es que la simbiosis entre un hongo y organismos
fotosintéticos, en este caso algas, o cianobacterias, les permite habitar
variados ecosistemas. Algunos viven en el partido bonaerense de Luján y
despiertan el interés de investigadores nucleados en el Grupo de Estudio en
Líquenes Argentinos (GELA), de la Universidad Nacional de Luján (UNLu).
"Podría decir que los estudiamos porque son
bonitos, y la verdad no mentiría. Pero hay otras razones de peso. Los líquenes
resultan investigados en profundidad por pocos grupos en el país", comenta
a El
Editor Jonatán Gómez, biólogo y doctor en ciencias aplicadas, docente
investigador de la UNLu y director del GELA.
El liquenólogo agrega que "otros países
tienen registrada casi la totalidad de la diversidad de líquenes con las que
cuentan. Pero en Argentina estamos muy lejos de eso. Además, hay muchos huecos
de información que tienen que ver con la diversidad, o la reproducción, entre
otros aspectos".
Algunas investigaciones del grupo buscan conocer la comunidad de líquenes que viven en el partido de Luján. Otras exploran el rol que tienen como indicadores de contaminación ambiental, el grado de tolerancia a inundaciones, o el impacto que les genera la contaminación por microplásticos.
Ramalina celastri y liquen folioso negro del centro, del género Collema.
Gómez relata que su llegada al estudio de estos
organismos se dio en 2016, luego de que una línea de investigación en otra
temática quedara trunca. Y dice que coincidió con la obtención de su cargo de
docente investigador en la UNLu.
"Decidí aprovechar los vientos de cambio y
busqué una línea de investigación propia y que pudiera construir desde cero. El
estudio de los líquenes de la localidad de Luján no tenía casi antecedentes.
¿Qué líquenes había? No se sabía ¿Podían ser usados como bioindicadores de la
calidad del aire local? Tampoco se sabía", comenta el científico.
Hoy el GELA dirige a becarias doctorales de la
Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires, a
becarias de entrenamiento y a varios alumnos en tesis de licenciatura
interesados en la temática.
"En pocos años relevamos la diversidad de
líquenes locales, creamos mapas de calidad del aire y empezamos a estudiar
otros aspectos ecológicos de las comunidades liquénicas", asegura Gómez.
Por otro lado, en una investigación reciente el grupo registró un total de 41
especies en el partido de Luján. Aunque, según el científico, aún quedan más
por descubrir.
Gómez refiere que en el país falta investigación relacionada con el grado de conservación de estas especies y las amenazas que enfrentan. Pero aprovecha para señalar al tráfico vehicular, a las actividades agropecuarias y a la deforestación, entre las más problemáticas.
¿Qué pueden aportar los líquenes al control de
la contaminación ambiental?
A diferencia de las plantas, los líquenes no
tienen raíces y para sobrevivir deben absorber sus nutrientes directamente del
aire. Pero esa característica le puede deparar la acumulación de distintos
contaminantes atmosféricos en su interior. Esto ha llevado a que los líquenes
se consideren como indicadores de contaminación ambiental.
"El rol que cumplen es brindar una
herramienta accesible y económica para medir la calidad ambiental. Son
excelentes bioindicadores de la calidad del aire y lo único que se necesita
tener es el liquen. ¡Más barato imposible!", enfatiza Gómez.
Según el científico, pueden servir para detectar
otras cosas. Se emplean para medir el grado de desarrollo de bosques a través
de la composición de la comunidad de líquenes que crecen sobre ellos. Y en
otras investigaciones ya se usaron para bioindicar la contaminación por metales
pesados en cabinas de camiones.
De todos modos, a Gomez le sorprende que todavía se utilicen poco en la gestión ambiental. "En varias ciudades de la provincia de Buenos Aires, se han creado mapas de calidad del aire y esto ha servido para identificar potenciales fuentes de contaminación atmosférica. Aunque en general no se traduce este tipo de mapeos en acciones directas", refiere el investigador.
Seleccionando y separando talos de Ramalina celastri para un experimento de trasplante. Foto: Becaria Ayelén Nistal.
Lo que viene para el GELA
Un día de trabajo para los integrantes del GELA
puede volverse intenso. Realizan experimentos con líquenes en el laboratorio.
Aunque también dedican tiempo al trabajo de campo y con precaución recolectan
ejemplares que viven en Luján.
Para este 2024 esperan conocer más acerca de la
tolerancia que tienen algunas especies a las inundaciones. También les
interesaría averiguar si la contaminación con microplásticos afecta el éxito
reproductivo de los líquenes. O bien, si estos organismos permiten reflejar la
dinámica que tienen contaminantes presentes en ambientes frutihortícolas.
Pero todo dependerá de la financiación que en
este año difícil puedan conseguir. Gómez comenta que las investigaciones no
suelen ser costosas. La principal fuente de ingreso del grupo hasta el momento
han sido subsidios otorgados por la UNLu. Pero la universidad se declaró en
emergencia presupuestaria.
"Actualmente arrastramos un subsidio que
nos permitirá seguir adquiriendo material básico de laboratorio hasta fin de
año, pero luego se verá. La financiación de la ciencia está muy restringida, ya
que los organismos de ciencia y técnica que otorgan subsidios están acéfalos, o
congelados", refiere el investigador.
Gómez dice sentirse orgulloso por lo construido
en el GELA. Aunque le causa preocupación que todo por falta de apoyo pueda
desmoronarse.
"El estudiante de grado que llevo adentro
está muy feliz con lo que logré. Hoy es grato ver como crecen las personas que
formo y como la gente se interesa cada día más en los líquenes. Como muchos,
provengo de una familia pobre y soy primera generación de universitarios. Es
para mi muy doloroso ver como ese contexto, que me llevó a tantas alegrías, se
está perdiendo", se lamenta el liquenólogo.
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