Opinión
El candidato del oficialismo, Sergio Massa, juega al límite e intenta alinear política y economía para llegar a un balotaje con el peronismo competitivo
Por: Agustín Alvarez Rey
2 de septiembre de 2023
La cuenta regresiva para las elecciones generales ya está en
marcha. Pasaron la PASO, dejaron secuelas. El aturdimiento producto de la bomba
política que cayó, en forma de resultado electoral, sobre el sistema
democrático argentino comienza a disiparse. El escrutinio definitivo trajo algo
de calma. Sin embargo, la lucha ya no es sólo por los votos, sino también
contra esa sensación que recorre la calle -y que es acompañada por los medios-
y que deposita Javier Milei en la Casa Rosada después del 10 de diciembre.
Ante ese escenario, el candidato oficialista y ministro de
Economía trabaja para construir un balotaje. Pero no sólo una segunda vuelta,
sino un mano a mano que muestre al peronismo competitivo. El camino no es
sencillo y empezó con un daño autoinflingido, una devaluación del 22 %.
A partir del lunes posterior a las PASO comenzó un caminó
vertiginoso. Romper, hasta donde se puede, para reconstruir todo: el bolsillo,
la esperanza y las posibilidades reales de una victoria electoral. Una
estrategia de alto riesgo en condiciones normales, una jugada demasiado al filo
para una Argentina impredecible. ¿Cuántos cisnes negros puede haber en una
campaña electoral? Tantos como días falten para votar, si se trata de Argentina.
La estrategia es clara, el propio Sergio Massa la expuso después de
haber realizado la devaluación. "Ahora vendrán las medidas para recomponer el
poder adquisitivo de la gente", explicó. Y así fue. Los anuncios fueron hace
una semana y son conocidos por todos. La calle aún no los siente. La
construcción de la retórica de la recuperación de lo perdido se vio
interrumpida por una seguidilla de robos en banda. La pradera está seca, pero
las chispas no alcanzaron para prender el fuego de una sociedad que se divide
entre la anomia y el hastío, pero que parece tener en aún en sus retinas la
memoria de los saqueos.
La recuperación no llega. La crisis XXL que surfea la Argentina
desde tiempos de Mauricio Macri, parió a Milei. Al fenómeno libertario lo
explica el fracaso interno, pero se lee en clave internacional. Dos gobiernos consecutivos,
de signo político contrario, no pudieron cumplir con su contrato electoral, esa
es la explicación interna. La alternativa al fracaso de lo tradicional ya no es
la izquierda, esa es la clave internacional. Una ola que rompió primero en la
escollera de Macri y ahora lo hace en Milei.
Ante la incertidumbre de eso que se presenta como lo nuevo,
el oficialismo intenta aportar alguna certeza y lo ataca ofreciendo soluciones
tradicionales. El menú incluye bonos, paritarias altas, créditos, y cuotas, en
la medida de lo posible. Una apelación a la memoria emotiva de la época de
sueldos altos y consumo desmedido.
Pero no sólo de la gestión vive la esperanza del candidato.
La política tiene que hacer lo suyo. El mapa nacional pintado de violeta tras
las elecciones del 13 agosto puso sobre la mesa el juego de los gobernadores. ¿El
peronismo tiene alguna chance en esta elección si los gobernadores no se
comprometen con la campaña? ¿Las PASO pueden ser leídas como las derrotas de
los aparatos provinciales o como elecciones donde los aparatos no se movieron?
¿Era más fácil salvarse sólo que dar la discusión por la boleta completa?
Por ahora, ese tablero no parece moverse en sintonía con las
necesidades del candidato. Hay reproches por la campaña "austera". "Nunca nos
mandaron los fierros", explica en jerga de campaña uno de los armadores del
peronismo en la pampa húmeda y busca dar por tierra con las especulaciones.
Mientras tanto, Omar Perotti, riega el campo que está lleno de dudas y dice que
si no es Massa que sea Milei. Desde la vereda de enfrente, pero en la misma
provincia, Maximiliano Pullaro, quien la semana que viene puede ser consagrado
como gobernador de Santa Fe, dice que si no es Bullrich que sea Milei.
A Massa le quedan poco menos de dos meses para alinear a la
política con la economía y evitar los cisnes negros. El trabajo aparece como titánico
frente a la coyuntura. El escenario aún está abierto. Será elección de tercios
y con diferencia exigua, aseguran los consultores que nunca aciertan, pero
siempre arriesgan. La apuesta es los que no fueron a votar. A los que conocen la
política, a los defraudados del sistema. El peronismo/Massa/Unión por la
Patria, les ofrecen soluciones tradicionales para problemas de siempre. Allí se
paran, con la recuperación post 2001 como trofeo, a ofrecer cordura frente a la
invitación a saltar al vacío. Ante este escenario surgen dos preguntas poco
origunales: ¿Será con todos? ¿Alcanzará?
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