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Moda circular en La Plata, entre la sustentabilidad y la supervivencia

Vender lo que ya no se usa adquirió una nueva dimensión en un mundo que busca reducir el impacto ambiental. Pero, a su vez, es una alternativa para quienes no acceden a la economía formal. Dos caras de una misma moneda

Por: Laura Funes
2 de septiembre de 2023

La economía circular es un paradigma, relativamente novedoso, que plantea modificar la forma en que se produce y consume. Un concepto que surgió como alternativa de la economía lineal de extracción, producción, consumo y desperdicio. Un modelo que promueve un flujo constante, una solución virtuosa, en la que los bienes reingresan al sistema productivo. De esta manera, se reduce la cantidad de desechos, se disminuye el impacto ambiental y se generan nuevos recursos.

En ese contexto surge la "moda circular". Según datos de la ONU, la industria textil es la segunda más contaminante en todo el mundo, después del petróleo. Los principales problemas que enfrenta son el consumo y la contaminación de los recursos naturales, el empleo de productos químicos y la acumulación de desechos. Cada año, se utilizan 93.000 millones de metros cúbicos de agua y se tiran al mar por año medio millón de toneladas de microfibra, que equivale a tres millones de barriles de petróleo.

Frente a este inmenso problema, hace diez años, Brenda Andersen y Constanza Darderes fundaron en la ciudad de La Plata la tienda Cocoliche con la idea de extender la vida útil de la ropa, y aprovechar al máximo lo que ya está fabricado y fomentando la moda circular.

"Nuestra marca registrada 'Ropa con otra Oportunidad' trata de esto, que otra persona pueda aprovechar lo que uno ya no usa, de vincularnos con la moda de una manera más consciente y solidaria. Que no todo lo que nos pongamos sea nuevo porque existen prendas ya fabricadas que se pueden reutilizar, aprovechando así lo que ya existe y ya contaminó", cuenta Brenda a El Editor.

Hoy en día tienen 50 colaboradores y locales en CABA, en los barrios de Belgrano y Palermo, y en la capital de la provincia tienen una tienda para adultos y otra para niños. También hacen envíos a todo el país.

A diferencia de las ferias americanas, Cocoliche es un espacio con todas las prendas ya seleccionadas -en su gran mayoría de marcas y diseñadores reconocidos-, con probadores, locales amplios, decorados y todo en excelente estado.

Las personas que quieren vender su ropa se acercan con las prendas directamente a la tienda y pueden elegir el método de consignación, y recibir el 50 % del precio cuando la prenda se vende, o venta directa y recibir el 30 % del precio final en el momento. Con cualquiera de los dos sistemas, pueden comprar con descuento o retirar el efectivo.

"Cocoliche es una empresa de triple impacto: económico, social y ambiental. A principios de este año certificamos como empresa B, esto significa que medimos nuestro impacto y nos comprometemos de forma personal, institucional y legal a tomar decisiones considerando las consecuencias de nuestras acciones a largo plazo en la comunidad y el medioambiente.

En números: Cocoliche ya reinsertó al mercado más de 400.000 prendas, donó más de 10.000 y ayudó a disminuir la huella de carbono en 9000 toneladas de emisiones de CO2", destaca Brenda.

Moda circular callejera

Desde hace al menos 20 años, Adriana Carlos vende ropa usada en la vía pública. Durante algún tiempo se dedicó a las artesanías, pero no le duró mucho. Es que, según dice, la gente no valora lo artesanal y debió "ajustarse a las reglas del juego".

En la capital provincial, Adriana también forma parte de la llamada "moda circular", pero lo suyo, básicamente, es por supervivencia. "A la ropa la lavo, si está descosida, la coso, trato de que esté igual a nueva. Pero pasa que por ahí no vendés una semana, dos o vendés re bien todos los días, y después tenés días malos. Entonces, más o menos se compensa y te haces un sueldo. Pero a veces vas y no vendés nada. O pasa que a la feria no va nadie porque hay mucha competencia", explica a El Editor.

En los últimos años, la venta de ropa usada en la calle creció de manera exponencial y desde el Municipio intentaron llevar adelante una especie de organización del comercio. Además de construir un predio específico para el rubro, habilitaron la venta en algunas plazas y parques de la ciudad, sobre todo las que están en zonas céntricas.

"Siempre la idea de ellos (la Municipalidad) es llevarte al predio de 84 y 138, que es un emprendimiento de amigos del intendente. La gente que fue, invirtió, pagó los puestos, los lugares, y todos se fundieron porque no iba nadie. Además es peligroso para las mujeres solas", advierte Adriana, a la vez que asegura que el 95 % de quienes se dedican a la "moda circular callejera" son mujeres, jefas de hogar y, en muchos casos, jubiladas.

La crisis económica golpea, pero sobre todo a los más vulnerables. "La gente que tiene poder adquisitivo continúa comprando una zapatilla de marca. El que tiene un trabajo y se la quiere comprar, va y se la compra. Pero la gente humilde se maneja con las ferias. Se quejan mucho los comerciantes, pero esa gente no accede a poder comprar los artículos que venden en una casa de deportes de primera marca. Esta gente se maneja así, con la feria y se conforma. También se sienten bien tratados porque hay gente humilde que si entra al negocio, por ahí los miran medio mal", cierra.

La economía circular está en las tiendas y está en las calles. Es un nuevo y a la vez viejo paradigma de vender aquello que ya no se utiliza, para que otro pueda darle continuidad. Puede ser una moda y, a la vez, un método de supervivencia. Al fin y al cabo, son dos caras de una misma moneda.

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