Sociedad
Experiencias de divulgación, para todas las edades. Llamar la atención hacia nuestro pasado, mientras abundan las distracciones. Los esfuerzos para abrir la conversación, sin olvidarse de lo académico
Por: Migue Fernández
1 de junio de 2024
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo caracterizadas en un videojuego. Un análisis en YouTube que explora las controversias en torno a la figura de Juan Manuel de Rosas. Algunos ejemplos de esfuerzos por indagar y divulgar la historia fuera de los ámbitos exclusivamente académicos. El desafío de despertar y capturar interés, en tiempos de pantallas.
"Estoy convencido de que es válida cualquier forma de ingresar a la historia o generar atractivo por ella", comenta el historiador Daniel Balmaceda, en diálogo con El Editor. El periodista y autor de varios libros, ha buscado aquellos detalles que otros dejan de lado, como las pasiones, romances o sueldos de los próceres, para proponer una mirada más amena.
La necesidad de explorar las raíces y pertenecer, de conformar un grupo, ser parte. El pasado ayuda a saber que no estamos en el aire, que detrás nuestro hay historia, sea de nuestra familia o nuestra sociedad. Existe el interés por conocer más de lo que fuimos y somos, pero también hay que tentarlo entre todas las distracciones a disposición.
"Cuando escribimos un libro, tenemos que tener
presente que la persona mira el teléfono a ver si llegó un mensaje o levanta la
cabeza para ver una noticia", explica Balmaceda,
que concluye: "El desafío está en ofrecer
algo lo suficientemente interesante para que no se vayan de la historia que
estamos narrando".
"Me parece que las narrativas populares ayudan a encontrarle un sentido a lo que sucede o sucedió", entiende el director de cine Fernando Salem, uno de los creadores del dibujo animado "Zamba", que agrega: "Un pueblo necesita tiempo para entender su propia historia y me parece que cualquier tipo de discursos, los periodísticos, los narrativos, los académicos, nos ayudan a entender ese proceso del que somos parte".
Nuevas formas de llegar
Pablo Borda es licenciado en Historia y docente. En el contexto extraordinario de la pandemia, encontró en las redes sociales un espacio para compartir conocimientos, experiencias y trabajos, en un momento en que se habían suspendido las clases presenciales.
"Siempre consideré que había una limitación en el hecho de que en las jornadas y congresos donde se exponía el trabajo e investigaciones de historiadores, eso no llegara a un público más amplio", asegura en diálogo con este medio. A través de Instagram y YouTube, El Profe Borda, como se lo conoce, tiene la posibilidad de romper con los límites del aula.
"He tenido la experiencia amplia de enseñar a chicos de 12 años hasta a adultos mayores de 88", asegura, en tanto que afirma que las vías digitales le permiten tener una audiencia internacional, de perfiles y edades muy variadas, que consumen sus análisis de manera asincrónica.
Mateo Verona es de San Clemente pero vive en Mar del Plata, en donde estudia arquitectura. Tiene 23 años y desde los 12 que juega a Los Sims, un videojuego de simulación social que permite crear personajes y construirle una vida a medida. A través de su sitio web, Mateo comparte figuras históricas nacionales, como Victoria Ocampo, Cecilia Grierson o el Juicio a las Juntas.
"Empecé muy de a poco porque veía gente en la comunidad del videojuego que mostraba cosas de su cultura y pensé que era un buen espacio para compartir los días patrios de Argentina a gente que no es de acá", explica Verona, consultado por El Editor. Entre las próximas figuras que piensa diseñar, se cuentan San Martín, Belgrano, Rosas y Sandro.
"Lo que pudo haber logrado Zamba es que dejó de ser 'la historia' para volver a ser 'nuestra historia'", afirma Fernando Salem. "Zamba logró que la historia vuelva a ser un tema de conversación. Acercarnos a ella no como un objeto de estudio, sino como algo que nos reúne, algo compartido", concluye.
Formas de
habilitar el diálogo, de despertar la curiosidad. Un comienzo, un buen primer
paso. Una forma entretenida de acceder a procesos históricos y circunstancias,
para entender personajes y motivaciones. La historia como algo dinámico, que
sucede todo el tiempo. Un proceso vivo, al que se puede llegar desde diferentes
ángulos.
Que no te metan el perrro
"Son formas de avanzar sobre la historia que son muy
válidas, pero también tienen una contraindicación",
advierte Daniel Balmaceda, sobre la posibilidad de que cualquiera tenga los
medios para convertirse en un difusor. "A
veces surgen divulgadores sin demasiada preparación, que promueven narraciones
que son grandes historias que nada tienen que ver con la realidad", se
lamenta.
Por eso es importante que haya convivencia entre el académico y el que difunde. Se puede ser muy amplio y efectivo, pero sin el sustento de un contenido profundo y de calidad. "Es un riesgo que se corre y no creo que haya forma de resolverlo. Todo vale en el mundo de la comunicación. Es una contraindicación, pero tampoco es que hay un antídoto", concluye el historiador.
"Yo siento que siempre tiene que haber una parte fundada en lo académico, que en mi caso fue lo que me interesó a estudiar más", comparte Mateo Verona en relación a su experiencia. "Me encantaría ser el punto inicial del interés de alguien por la historia de nuestro país. Que haya nuevas formas de contar nuestra cultura son bienvenidas, mientras estén bien formadas", remata.
El Profe Borda, por su lado, entiende que es fundamental la interrelación entre el universo académico y la divulgación. "La investigación siempre nos arroja nuevos problemas, nuevos enfoques e importantes aportes que tienen que llegar de alguna manera al público general, para no quedar en un público muy reservado", sostiene.
Pero la
responsabilidad debe ser de ambas partes. "Un
trabajo conjunto para asegurar que la divulgación histórica esté informada
académicamente, pero a la vez una voluntad del mundo académico en aportar a una
democratización de ese conocimiento", concluye. La historia lo demanda.
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Desde diciembre de 2023 hasta hoy, el presupuesto otorgado por el Gobierno Nacional a las universidades públicas cayó un 30% y, en consecuencia, los salarios reales docentes un 23%.