Nosferatu: cien años después, el vampiro regresa

La historia basada en Drácula arrastra cien años de trayectoria y persiste: se anunció una nueva adaptación para 2023. Legado, leyenda y pieza fundamental del terror.

24 de octubre de 2022

Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (F.W. Murnau, 1922)


En el cine -así como en otras disciplinas- los movimientos suelen surgir a partir de hitos, de hechos históricos que influyen en la cultura y en la sociedad construyendo una nueva forma de manifestación del arte. El expresionismo alemán es uno de los primeros y más importantes movimientos en el cine. Contemporánea a la Primera Guerra Mundial, esta corriente priorizaba un estilo visual oscuro, exagerado y con sombras puntiagudas, abierta a elementos fantásticos con intenciones de transmitir angustia, miedo y paranoia: sí, ideal para una historia de vampiros.

La película Nosferatu (F.W. Murnau, 1922) fue parte relevante de esta tendencia, revolucionando el séptimo arte e instalándose sin rodeos en los libros de historia. Surge a partir de Prana Film, una productora destinada a realizar películas sobrenaturales (aunque esta haya sido la única que produjo). Se quiso adaptar la novela Drácula de Bram Stoker, pero tras la negativa de Florence Balcombe, viuda del autor, se debió cambiar el título del film y los nombres de los personajes. De esta manera y pese a las trabas impuestas para el desarrollo de la obra, se estrenó en 1922 como Nosferatu.

Con un título novedoso, el auge del expresionismo y el misterioso actor alemán Max Schreck como el Conde Orlok, la cinta fue un éxito rotundo. En su momento esto no impidió que la viuda de Stoker insistiera con juicios y denuncias para inhabilitar la película, provocando el cierre de la productora y logrando que se destruyeran muchas de las copias, aunque debido a la distribución previa, la cinta continuó multiplicándose y exhibiéndose. Ya consolidada y cómoda con el pasar de los años, supo adoptar el rol de ícono del cine y construyó cimientos de películas que incluso vemos estrenarse hoy en día. Era solo un primer paso.

Hijos del origen: Herzog y Coppola


Nosferatu: Phantom der Nacht (Werner Herzog, 1979)

Conociendo la historia de la primera película se entiende que Nosferatu y Drácula son uno solo, y entendiendo su popularidad es evidente que adaptaciones cinematográficas sobraron. Las hay en el terror clásico, con Tod Browning en 1931: Drácula; tuvo lugar la comedia mediante Mel Brooks en 1995 con Drácula: Dead and Loving It; e incluso un director de renombre en el terror como Darío Argento concibió su versión en 2012 con la fallida Drácula 3D. Faltan y abundarán en un futuro, aunque si hay que hacer foco en las más relevantes son otras dos las que se hacen cargo del protagonismo.

Si bien la película de Murnau es la más reconocida e influyente película por el contexto en el que se estrenó y por su calidad artística e innovadora, son dos adaptaciones puntuales las que mejor supieron continuar con su legado. La primera fue la de Herzog, quien en 1979 avanzó con una nueva versión forzando algunos cambios de guión pero siempre homenajeando la esencia de la original. Con Klaus Kinski como el Conde y la visión rigurosa de Herzog, esta cinta también logró triunfar tanto en la crítica como en el público. Así como la película de Murnau se inspiraba en la novela de Stoker, esta versión tuvo como eje central honrar y re versionar el film de 1922, como si de una cadena se tratase.

La tercera -aunque no la última- adaptación más popular llegó de la mano de Francis Ford Coppola, dos años después de terminar la trilogía de El Padrino. Esta vez bajo el nombre de Drácula, la película contó un presupuesto elevado considerando el género y la época, y logró no solo ser un éxito comercial sino que también salvó a Coppola de la crisis económica que atravesaba y logró reubicarlo, al menos por unos años, como el director prestigioso que supo ser tiempo antes. Considerada la versión más fiel a la obra de Bram Stoker, logró tres premios Oscar y hoy se la recuerda como un clásico de la década y uno de los últimos grandes films del director norteamericano.

Legado e historia del horror


Bram Stoker's Dracula (Francis Ford Coppola, 1992)

Drácula. El Cónde Drácula. Más allá de su origen como novela, el personaje en sí deambuló sobre otros terrenos: películas, comics, remeras, videojuegos y disfraces. Aquella delgada e intimidante figura, de piel pálida y colmillos afilados, supo atravesar formatos y medios y logró instalarse en el inconsciente colectivo como sinónimo de vampiro. Comenzó en papel en el siglo XIX y su legado trascendió todo un siglo, agigantando su figura e iconicidad. Como si fuera poco, se anunció recientemente una próxima versión de Nosferatu para 2023.

Es interesante pensar en una misma historia interpretada por distintos artistas, elaborada en varias épocas a lo largo de 100 años y consumida por diferentes generaciones. Una leyenda que viaja por el tiempo y atraviesa perspectivas a partir de la idiosincrasia de sus autores: Munch, con el contraste alto del expresionismo alemán y siendo un primer pilar en el horror; Herzog, a partir de su naturaleza gris y divina, y con Klaus Kinski como protagonista; y Coppola, llevando el mito a un espacio más comercial pero no por eso menos cuidado, alcanzando un público masivo a partir de estrellas de Hollywood y salvándose a sí mismo de volver a caer en el pozo. El espíritu de Stoker continúa siendo la raíz aún en las diferencias entre las obras.

Así como cualquier obra persistente en el tiempo, la construcción cultural alrededor del personaje -y de la obra- fue colectiva. Diferentes directores aportaron desde su contexto y su visión, manifestando sus miedos, su espontaneidad y su criterio estético, y cada uno de ellos contribuyó con su supervivencia. De Murnau, en 1922, a Eggers en 2023, lo tradicional pisa fuerte y reafirma que lo verdadero es atemporal.

Bram Stoker murió en 1912 sin advertir el éxito que tendría su novela años más tarde, aquella a la que algún día Oscar Wilde se refirió como "la más hermosa novela alguna vez escrita". ¿Su legado? Ser, quizás, el mayor exponente del género.





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