Entrevistas
En medio de Semana Santa, El Editor dialogó con el padre Pepe, uno de los llamados "curas villeros" que lleva toda una vida dedicada a las y los más vulnerables. El presente de la Iglesia, el rol de Bergoglio y cómo ve la crisis social en Argentina
Por: Laura Funes
8 de abril de 2023
Se llama José María Di Paola, pero todos lo conocen como "Pepe". Padre Pepe, en realidad. Así es como prefiere que lo llamen. Es sacerdote del clero diocesano de la arquidiócesis de Buenos Aires. Durante más de 10 años estuvo a cargo de la parroquia de la Villa 21. Actualmente, está al frente de la iglesia de la villa La Cárcova, en San Martín, y es coordinador nacional de la Pastoral Nacional de Drogadependecia y Adicciones de la Conferencia Episcopal Argentina.
Su contexto lo define. En uno de los tanto lugares del conurbano en dónde la idea que impera es resguardarse puertas adentro, el Padre Pepe gana la vereda, la calle y el barrio. Ahí dónde el miedo busca imponer el silencio, la Iglesia hace ruido. Ahí donde las panatallas de televisión se encargan de decir que hay oscuridad, el Padre Pepe apuesta a los colores. Mujeres, niños, adolescentes, pueblan las cinco sedes de El Hogar de Cristo - la obra del Padre Pepe que comenzó en Barracas y ya tiene 200 sedes en todo el país - y pasan sus días entre el aprendizaje de oficios, las tareas cooperativas en los talleres y complejo trabajo de cocinar para una multitud que día tras día espera que la Iglesia llene los platos que vació el sistema.
Cercano al papa Francisco, el padre Pepe lleva toda una vida al lado de los más vulnerables y en Semana Santa, recibió a El Editor en la oficina que tiene en La Carcova. Ahí, donde habitan casi 100 mil personas en situación de vulnerabiliad, dejó en claro su postura sobre el rol de Bergoglio y el lugar que ocupa la Iglesia ante la dura situación que se vive en las calles.
El Editor: Empezó Semana Santa, ¿qué significa esta celebración, tanto para la Iglesia Católica, para los cristianos y para la sociedad?
Padre Pepe: La Semana Santa es un momento espiritual que nos propone, para toda la sociedad, un momento de reflexión, un momento de encontrarse con uno mismo, de encontrarse con Dios y encontrarse con los demás. Es un momento como para parar un poquito la actividad. No comparto que sea un fin de semana largo, sino que tiene que ser una propuesta espiritual, más allá de dónde la haga cada uno. A lo mejor alguno hasta tiene la posibilidad de irse unos días a otro lado. Bienvenido sea, pero lo importante es que esa salida motive algo espiritual y que lo haga mejor una vez que concluya la Semana Santa.
Foto: Silvana Colombo
EE: Muchas veces, este tipo de celebraciones se acotan a no comer carne y se olvida cuál es su verdadero significado.
PP: Pasó un poco eso de las tradiciones que estaban muy marcadas en otros tiempos, por ahí hoy se invita a otras cosas, por ejemplo, el sacrificio. Se propone que cada uno haga un sacrificio que realmente le cueste. Si alguien fuma, que no fume esos días. Si a uno le cuesta entenderse con otro, que vaya a tomar un mate con esa persona.
EE: Dejar el celular...
PP: Exactamente. Algo que uno quiera y realmente le signifique un sacrificio en pos de lo que pide Jesús que, en esa primera cuaresma en el desierto, la oración, el ayuno y el sacrificio eran las tres cosas que motivaban la fortaleza y templanza del espíritu. Eso es lo que nos pide Jesús: fortaleza y templanza para el Espíritu, para cada uno de nosotros.
EE: ¿Cómo es la situación de la Iglesia Católica hoy? A partir de la llegada del papa Francisco, ¿ha cambiado un poco?
PP: La Iglesia tiene muchos fieles porque no se mide solamente por las personas que van a un grupo o a un templo, sino por la gente que, por ejemplo, va caminando a Luján, que va caminando a Itatí, o la gente que es devota al Gauchito Gil. Son miles y millones de personas a lo largo del país que expresan su fe católica de manera, quizás, muy diferente.
Eso se mantiene y creo que es a lo que hay que apuntar, con todas las enseñanzas de Francisco, que son realmente como para aprovecharlas, es a una mayor organización en las capillas, en la parroquia, en las organizaciones que son propias de la Iglesia, como las escuelas también.
EE: En este país, el papa Francisco es muy cuestionado por algunas declaraciones que ha tomado, hasta se ha dicho que es un papa peronista como para denostarlo ¿Cómo toma esas críticas hacia él?
PP: Primero que están planificadas. No son inocentes las críticas en general que hacen, realmente son las mismas personas que responden a ciertos poderes que están expresados en algunos medios. Generalmente lo titulan de esa forma, hasta han dicho que es comunista, cualquier cosa. Es desvalorizar el mensaje que él tiene, que es mucho más profundo. Cuando uno lee los mensajes, las encíclicas Laudato Si, Evangelii, Fratelli Tutti, estamos ante un líder espiritual en el mundo reconocido por todos. Pero que en algunos lados y, especialmente acá en Argentina, en el chiquitaje, en las cosas internas, se lo quiere meter dentro de una problemática nacional, cuando le está hablando a todo el mundo.
EE: Además se ha referido al lawfare, opina sobre la realidad Argentina y también de la región, en Brasil, en Latinoamérica. Es un papa que está muy comprometido con un montón de temas que quizás rompen con esa agenda hegemónica.
PP: Exacto, es el único líder mundial que rompe con la agenda hegemónica. Quienes niegan el lawfare son aquellos que lo provocan. Tuvimos épocas en donde dictaduras ejercían el poder, ejércitos que ejercían el poder alimentados por una escuela de las Américas, etcétera.
Vienen otras formas de lawfare, en donde no hay tanta violencia y fueron realmente reemplazadas por estas formas nuevas que tienen que ver con sacar un gobierno. Le ha pasado a todos en Latinoamérica, creo que a la mayoría.
EE: ¿Cree que es posible que el papa venga a la Argentina?
PP: La esperanza está, pero es algo que trasciende a uno. Ojalá pueda hacerse. Va a ser una sorpresa para muchos a pesar de todo lo que hablan porque el pueblo quiere encontrarse con el papa Francisco.
Foto: Silvana Colombo
EE: Desde hace muchos años se dedica a los sectores más vulnerables ¿Cómo ve la situación social ahora en la Provincia y en el país? Hace ya bastante tiempo que atravesamos una crisis tras otra y parece que nunca se termina.
PP: Está bueno lo que decís, porque a veces cuando quiero explicar esto generalmente el periodista se detiene en el último momento y es verdad que el problema de Argentina es la sumatoria de las crisis. La Argentina está desplazada no por esto último que pasó, sino porque viene de años desplazada.
Entonces tenemos sectores que van perdiendo su nivel, el nivel de tener su casa, su asadito el domingo, sus dos o tres días de vacaciones. Lo van perdiendo. Otros, tristemente, están en situación de calle y se acostumbran a comer en el comedor porque no hay otro recurso mejor en el barrio. Todo esto significa la pérdida de la mesa familiar, significa la pérdida del trabajo en blanco, la pérdida de una Argentina visible en América Latina por tener una clase media muy grande.
Este desclasamiento golpea siempre y mucho. Hay que reconstruir el tejido social que se fue rompiendo todo este tiempo.
Yo estuve en la crisis del 2001 en la Villa 21 y no teníamos un peso. Hoy, con las crisis que se vivieron tan fuertes, un argentino, una argentina, cuenta en su familia con una Asignación Universal por Hijo, un plan social, una tarjeta, una ayuda que antes no existía. Ese dinero, puesto en la mayoría de los gastos dentro del barrio, hace que esa economía, dentro del barrio, sea más fluida. Eso es una diferencia muy grande. El Estado está poniendo en la crisis el dinero del bolsillo de la gente.
Foto: Silvana Colombo
El mural que muestra un abrazo fraternal entre el Padre Pepe y el papa Francisco está adentro de la parroquia. No hay bancos de madera pesada, solo sillas. No hay grandes cúpulas, sólo fe. La pintura en el muro es más que una postal que deja ver una parte de la realidad de la Iglesia argentina, es una reafirmación del camino que desde su lugar el Padre Pepe marca para el barrio. Evitar la cultura del descarte, contener a las excluidos es la misión.
EE: También durante muchos años ha trabajado con el tema de la droga, de los chicos que padecen adicciones y el narcotráfico es un tema que ahora empezó a tomar un poco más de relevancia en los medios a partir de que en un papel amenazaron a Lionel Messi. ¿Cómo ve todo esto que está pasando?
PP: Se analizan siempre mal estos temas, sobre todo cuando hay alguien famoso en el medio. Lo importante es que el tema de las adicciones va comiéndose la vida del adolescente, del joven; va destruyendo la vida de una familia, porque una madre no sabe qué hacer con su hijo adicto y esto es el común denominador de todos los barrios populares. En la clase media también, sí, seguro. Si viene un cura que trabaja con la clase media y me dice que en el colegio donde está también pasa lo mismo, estoy seguro que es así. Pero hablando de los barrios populares, no es solamente la lucha contra el narcotráfico. Nosotros hicimos esa marcha "Ni un pibe menos por la droga" y en el cabildo de Luján convocamos a todas las autoridades a firmar este compromiso en dos líneas: una en el trabajo de prevención en el barrio y otro de recuperación.
El Registro Nacional de Barrios Populares dice que hay 5 mil y pico de barrios populares, en el Gran Buenos Aires hay 1.800. ¿Cómo se va a trabajar la prevención y la recuperación? El desafío que le planteamos en el Cabildo es que cada espacio político explique de qué manera va a trabajar este tema.
Supongamos que tienen la posibilidad de derribar todos los búnkers del mundo, pero no le generás a ese chico, que vive de ese barrio, un lugar para desarrollar las capacidades que tiene, expectativas, esperanza, y al que está tirado no le ayudás a recuperarse, no le generás un sentido de la vida para evitar así los suicidios y todo lo que se va metiendo en muchos barrios. En muchas provincias la preocupación más grande es el suicidio, no tanto la droga. Esto es la expectativa de vida, el sentido de la vida, por qué vivir, para qué vivir. Esto es lo que tenemos en juego, que es mucho.
EE: Se ha banalizado un poco el tema, ¿no?
PP: Si, totalmente.
EE: Y hablando de esto de que ha convocado a todo el sector político, han hecho misas anti-grieta. ¿Cree que es posible una reconciliación?
PP: Nosotros tenemos que hacer lo posible para que sea. Si la Argentina se une con temas que son anti-grieta, por ejemplo, "Un pibe de menos por la droga", se puede hacer mucho más: el trabajo, la educación, la salud. El tema es abandonar posturas belicosas, para poder charlar y elaborar un proyecto, un programa común.
Foto: Silvana Colombo
EE: ¿Ve voluntad de los dirigentes?
PP: Algunos dirigentes sí la tienen. Es importante que lo vayan transmitiendo a los espacios donde están, que no se queden mirando las internas y todo eso. La agenda tiene que ser la agenda del pueblo, del barrio.
EE: ¿Ve que la gente esté preocupada por las elecciones?
PP: Hasta que no estén los candidatos no hay discusiones.
EE: ¿Y qué mensaje le gustaría dar en el marco de Semana Santa y todo el contexto que estamos viviendo?
PP: Uno de los sentimientos más importantes es no perder la esperanza, muy propio de nuestra fe, que caracteriza al cristianismo, a la Iglesia y a la Argentina. Tener esperanza aún en las situaciones más complicadas. Y segundo, saber que podemos hacer algo, alrededor tuyo hay gente que puede ser ayudada, atendida, querida. Hay mucho para hacer y no pensar que la tarea siempre es del otro, que es muchas veces lo que nos lleva a los fracasos.
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