Se cumplen 50 años del estreno de Aguirre, la ira de Dios
13/09/2022
El intenso Amazonas peruano, un rodaje pantanoso que inspiró a Apocalypse Now y una manera artesanal de hacer ficción que hoy parece olvidada. A 50 años del estreno de Aguirre, La Ira de Dios, Werner Herzog es historia viva. Por Guido Turus*
No siempre fue todo pantallas verdes, como lo es hoy. Lejos de herramientas modernas sobreexplotadas y tiempos de aceleración, por aquellos años las películas solían forjarse sacándose callos en las manos y pisando barro sin problemas. De un modo más artesanal, digamos. Así, después de varios proyectos fallidos, el director de cine alemán Werner Herzog filmó su primera gran película: Aguirre, la ira de Dios, en 1972. Esa fue, también, la primera colaboración con quien terminaría convirtiéndose en su actor fetiche, Klaus Kinski.
Werner Herzog en el rodaje de Aguirre, La Ira de Dios (1972)
La inspiración, dicen, le llegó después de leer un libro sobre sucesos históricos que un amigo le había prestado, y el capítulo de Lope de Aguirre fue el que prendió la chispa. Le llevó cerca de tres días concebir todo: la historia y los personajes. Naturaleza, personajes excéntricos, metas imposibles: muchas son las características de este film que expresan las inquietudes de Herzog. Y Aguirre, lejos de ser una excepción a su manera de ver el mundo, significó el primer gran paso hacia la consolidación de su obra.
Se filmó en la selva peruana, en Machu Picchu y en el Amazonas. El clima, la flora, la fauna, la sensación de inmensidad del color verde. Un universo orgánico que se imponía como si fuera un personaje más; el otro gran protagonista. Por si no quedó claro, a Herzog la ilusión de lo imposible le atrae como a nadie. Pero no se podría esperar menos de alguien a quien -diez años más tarde- se le ocurriría transportar, a fuerza de músculo y poleas, un barco gigante de un río a otro a través de la tierra firme que los separaba. Esto pasó en Fitzcarraldo (1982), otra de sus grandes películas. Así fue como la naturaleza se volvió parte esencial de su cine y de sus apuntes. "Detrás de la selva los pájaros se insultan. Ya nada se seca en serio", anota Herzog en su diario. "Los zapatos, la ropa, todo lo de cuero resulta enmohecido, los relojes electrónicos se paran". Y ahí, justo en ese lugar imposible, decidió contar una historia. Una más.

El clima hostil se refleja en los soldados de Aguirre en Aguirre, La Ira de Dios (1972)
Tierra firme, suelo descontento
La historia es sencilla y así la conduce el director: Lope de Aguirre es un explorador español que junto a al grupo de conquistadores que lidera intenta buscar-atravesando el inmenso Amazonas- nada menos que El Dorado, la mítica ciudad que -según cuenta la leyenda- contenía una reserva de oro descomunal. Ambición propia de la época y de un contexto, llevada al máximo por la muñeca sensible del director.
"Reconocer el terreno" es una de las primeras órdenes que salen de la boca de Lope de Aguirre, ordenando a cuarenta de los suyos. La humedad de los pastizales y el agua que no para de caer conciben el aura del peligro. La naturaleza siempre fue un personaje más en la obra del director y pieza clave en el carácter de su filmografía. Y en esta película ocupa de nuevo un lugar central.
La naturaleza empequeñece al ser humano en el Amazonas peruano (Aguirre, La Ira de Dios, 1972)
Brisa de tormenta
Pero, ¿cómo fue que empezó todo? Simple: Klaus Kinski, el actor, y Herzog, el director, tienen tanto material hablado como archivo sobre ellos y su venenosa relación. Y, como no podía ser de otra manera, a medida que el guión avanzaba, a Werner nunca se le cruzó por la cabeza otro nombre para su protagonista: el destino estaba escrito y el papel debía ser de Klaus.
La compleja relación entre Kinski y Herzog, captada en uno de sus tantos rodajes
El director conocía el carácter y la forma de ser del actor, y el personaje había sido escrito para él. Amenazante, inquieto, intimidante: muchos son los adjetivos que pueden tratar de describir a Kinski. Sus peleas fueron míticas. "¡Tú no eres un director! ¡Tienes que aprender de mí!", "Eres principiante, un director pequeño, no un director para mí! " "Yo soy la cólera de Dios. La tierra que piso me ve y tiembla" son, apenas, algunas de las memorables frases del actor de las cuales hay registro en el rodaje de Aguirre. Ambos tenían sus formas, porque el director tampoco se quedaba atrás. Se querían y se odiaban por turnos, y esta dinámica formaría parte de su vida profesional y personal durante los siguientes veinte años. ¿Aguirre? El mejor fruto posible.
Triunfa la flora
Lope de Aguirre y un nativo comparten encuadre en Aguirre, La Ira de Dios (1972)
Puede que la década en la que se filmó haya ayudado al éxito internacional de esta película. Aguirre salió después de años plagados de contracultura. Con la violencia cada vez más presente en la gran pantalla las reglas eran otras, y siendo ésta un condimento más para la visión del mundo de Herzog, la película triunfó. No buscaba entretener ni divertir sino contar un relato desde el más real y genuino egoísmo. En este caso, la audacia de Herzog, la demencia de Kinski y una selva repleta de problemas construyeron un escenario único que nace en Aguirre pero va más allá. Se convierte en una nueva manera de hacer películas. Una real. Y el resultado es maravilloso.
*Guido Turus es licenciado en Comunicación social y se ha especializado en crítica cultural.