Cultura
Artistas y referentes como Alejandro Viola, Jorge Córdoba y Mabel Gagino reflexionan sobre sus recorridos en el campo de la cultura conurbana a lo largo de cuatro décadas cruciales
Por: Eugenia Tavano
10 de junio de 2023
"El conurbano te muestra absolutamente toda la realidad, todo el tiempo", cuenta a este medio Alejandro Viola. El actor, dramaturgo y director de Los Amados, la icónica compañía musical-teatral de inspiración "kitsch-tropical" donde un repertorio de tradición latinoamericana habilita tanto el goce sonoro como la emoción y la risa. "En cada cambio de gobierno podés ver cómo está el país: eso es lo que tiene el conurbano a diferencia de CABA", especifica. Nacido y criado en Monte Chingolo, barriada del partido de Lanús, y licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Lomas de Zamora, Viola siente que más allá de la importante trayectoria que lo ha llevado allende esa geografía del sur bonaerense, su identidad y su arte están totalmente atravesados por ella; del fulbito en la calle a la marca imborrable de una juventud de post-dictadura en la universidad pública.
"Mi paso por la facultad de Lomas resultó muy importante, y esa carrera en especial. Recién había vuelto la democracia, había mucha ebullición y hoy sigo aplicando todo lo que aprendí sobre géneros discursivos, análisis de medios, a todo lo que está ocurriendo en la actualidad". Una metodología de la investigación, agrega, que vuelca tanto en su labor con Los Amados, que acaban de estrenar Ardientes Gardel y Le Pera a ritmo tropical, un show con un repertorio íntegramente argentino que "habla de volver, de extrañar a la tierra", como en una propuesta muy distinta: Monte Chingolo.
En esta obra, Viola rescata el conocido intento de copamiento del Batallón de Arsenales 601 del ejército Domingo Viejobueno por una célula del ERP, el 23 de diciembre de 1975. "Surgió de una necesidad de escribir acerca de nuestra historia reciente, la gente que perdió la vida en esas luchas, en busca de una patria grande, mejor, igualitaria", explica el director. "Después se discutirán o no las formas, pero es parte de nuestra historia y ahí están todas las respuestas. Tuvimos un buen recorrido desde el estreno, con premios, incluso. Interesó la propuesta y ver cómo poníamos estos temas sobre la mesa. Ahora vamos haciendo la obra en lugares donde la gente tiene ganas de verla".
Los Amados.
Así como Viola rescata en escena, y desde el presente, la memoria popular sobre aquel hecho que culminó en masacre, también en los '70, otros y otras desafiaban la represión sosteniendo el arte en el territorio. Jorge Córdoba es actor, director y dramaturgo, y un militante de la cultura popular en San Fernando. Allí ejerció como Director de Cultura, y en la Provincia de Buenos Aires, fue Director de Políticas Culturales, Coordinador de Directores de Cultura del Conurbano, y director de la Compañía Teatral bonaerense, entre otras funciones. "Por el año '79, en plena dictadura, ayudábamos a un grupo de compañeros entre los que estaba Carlos Carella, que por su afiliación política estaba proscripto en todos lados. En una sala de San Isidro algunos se la rebuscaban para hacer teatro, y allí, con Juan Merello, que fue un actor muy conocido en todo el conurbano, comenzamos a estudiar, escondidos, con él como maestro. Estuvimos dos o tres años armando obras, hasta que en el '82 empezamos en la biblioteca de San Fernando. Y desde entonces, no paramos nunca".
Córdoba dirige hoy Las obreras de Carupá, una producción sobre una historia verídica que habla de las mujeres inmigrantes que trabajaban en las mimbrerías, aserraderos y madereras de ese lugar de zona Norte; trascurre entre el año '30 y el 17 de octubre del '45 y también habla de cómo aquellas fueron las primeras en organizarse sindicalmente, para "resistir el embate del capital inglés". Desde un centro cultural de San Fernando, el proyecto continúa recorriendo el distrito. "En los '70, algunos compañeros trabajaban más en los barrios, venían de iniciativas populares, como las fiestas teatrales barriales del conurbano. Muchos de ellos desaparecieron. Otros se exiliaron. En democracia retomamos eso que se había roto en nuestra ciudad", dice el director.
Una historia similar comparte Mabel Gagino. Actriz, directora, productora teatral de larga trayectoria en la militancia y la función pública provincial y de municipios como Lanús y Lomas de Zamora, su labor en el área de políticas culturales y de Derechos Humanos tuvo su inicio en aquella época. "La primera obra profesional que hice no fue en un teatro, sino en un espacio de Luz y Fuerza, que no era la sala que conocemos ahora. Fue en plena dictadura, estaba todo intervenido. Se había formado una cooperativa y una mutual en un edificio en San Telmo, y ahí trabajaba un compañero director y actor, Rubén Vilela. Era todo medio clandestino, pero iba mucha gente a pesar del momento tan enrarecido".
Las obreras de Carupá y Fantasmas al Sur.
Nacida en un conventillo de Villa Castellino, Avellaneda, alumna de Hedy Crilla, entre otros grandes maestros de teatro, de las múltiples experiencias que siguieron, Gagino rescata el tiempo de recorrer cada rincón de la provincia de Buenos Aires con la compañía de Gustavo Di Leo. "Primero me invitaron a trabajar en Lomas de Zamora. Hicimos Juan Moreira en la plaza Grigera, la principal del distrito. Como el circo criollo, había una primera y una segunda parte. Yo hacía al principio un papel chiquito, de pulpera, y cuando salí y vi todo ese público, unas mil quinientas personas o más, entendí lo que realmente era el teatro popular. Viajábamos por toda la provincia, hacíamos un repertorio rioplatense, incluso los infantiles, que escribía para nosotros Adela Basch; eran textos hermosos, muchos acerca de leyendas. Fue una gran experiencia para mí".
Más adelante y entre muchas otras experiencias, Gagino escribió Fantasmas del Sur. "Era una historia muy del conurbano. Pintar un poco el barrio, ese conventillo donde nací, con esos personajes que también se rastrean en tantas obras nacionales. Pero en este caso, era un barrio pegado al Riachuelo. La verdad es que fue un éxito y hasta la presentamos en Cuba". Además de promover el teatro desde la gestión pública, en los últimos años y desde la escena independiente Gagino también escribió y dirigió sobre temas de género y derechos humanos.
Llegar ahí donde no va nadie; producir
más políticas de estado para sumar y afianzar las escuelas de arte municipales,
los grupos y salas independientes (como bien recuerda Viola, no se puede
obviar, en ese sentido, lo que logró Nelson Valente con el Banfield Teatro
Ensamble, luego cerrado en pandemia). Los entrevistados coinciden en eso, así
como en que la identidad territorial se manifiesta de manera muy amplia. Viola
ejemplifica, sobre Monte Chingolo:
"Es un tema muy específico, que habla de nosotros, de nuestra memoria. Todos
los que la ven tienen algo para aportar; todos recuerdan algo de ese momento,
renace la memoria. Ahí te das cuenta de que la gente tienen ganas de hablar de
la propia historia, que es donde están y donde surgen todas las respuestas.
Hicimos funciones en el Teatro Roma de Avellaneda, en Claypole, y el público se
acordaba mucho de ese momento y lo llenaba de emoción. También volvía a sentir
el terror, querían hablar de cómo lo habían vivido, qué había pasado en su
familia. Algunos me esperaban en la puerta del teatro, llorando. Eso significa
que hablamos de nosotros y además, de un espacio, una zona. Aunque haya muchos
que intenten desmemoriarnos y digan que es mejor olvidar".
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