Ciencia
El dengue es uno de los principales desafíos para la salud pública. El descacharrado, el ingenio y conocimientos científico, tecnológico del Estado para reducir la población de mosquitos y, por lo tanto, la posibilidad de transmisión del virus del dengue, zika y chikungunya. El propósito único es erradicar al vector
Por: Diana Costanzo
6 de mayo de 2023
La tecnología nuclear al servicio de la salud pública. Los brazos del Estado se extienden en busca de una solución para frenar el avance del dengue. De Ezeiza al mundo. No hay soluciones mágicas, la erradicación del mosquito, más allá de la vacunación, es el objetivo. En ese marco, la radiación puede ser una alternativa.
Cerca de la mitad de la población mundial está en riesgo
de infectarse con un virus que transmite un insecto pequeño, oscuro, con rayas
blancas en su cuerpo, que se cría en lugares donde se acumula agua, vuela bajo
y elige como su hábitat a nuestras propias casas. El mosquito Aedes aegypti
es el vector del dengue. Cada año se producen entre 100 y 400 millones de
infecciones en el planeta, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya
advirtió que los casos están en aumento, en particular en los países de América.
Aunque muchas personas no presentan síntomas, puede ser mortal.
Así, el dengue es uno de los principales desafíos para la
salud pública. La Argentina no está exenta de este riesgo: aunque con un
descenso de los casos en las últimas semanas, registra la epidemia más
importante desde el resurgimiento de la enfermedad, con circulación
predominante del serotipo 2 del virus, en 16 jurisdicciones del país.
¿Cuál es la solución? Existe consenso en que no hay
recetas mágicas: erradicar al mosquito es la única forma de evitar el dengue.
La tarea parece ser difícil. Demanda ingenio, conocimientos, recursos y el
compromiso del Estado y la comunidad. Por eso, además del indispensable
descacharrado, están en marcha otras técnicas innovadoras que aplican conocimiento
científico y tecnológico.
Con experiencias anteriores como punto de partida, y con el propósito de reducir la población de insectos, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) avanza en una estrategia que consiste en esterilizar a los machos con radiación para evitar su reproducción.
Mosquitos sin descendencia
"La tecnología
nuclear tiene muchísimas aplicaciones en la vida cotidiana, desde el agro hasta
la medicina nuclear, en este caso se usa como herramienta para controlar plagas
con el objetivo de prevenir enfermedades", cuenta a El Editor Marianela
García Alba, investigadora del Laboratorio de Control del Mosquitos del
Departamento de Aplicaciones Agropecuarias de la CNEA, que funciona en el
Centro Atómico Ezeiza.
"Criamos
mosquitos en un lugar especialmente acondicionado en el laboratorio (un antiguo
invernadero de plantas) para producir machos que serán esterilizados con
radiación ionizante, en el momento adecuado, o sea cuando se encuentren en el
estado de pupa, la fase anterior a convertirse en adultos. Esos ejemplares van
a ser liberados en un sitio elegido, que puede ser un barrio o un lugar donde
haya alta concentración de estos insectos. Cuando el insecto estéril consiga
una hembra y se produzca la cópula, los huevos no van a tener descendencia.
Así, mediante liberaciones continuas, se puede reducir la población de Aedes
aegypti y la posibilidad de transmisión del virus del dengue, pero también
de zika y chikungunya", cuenta la bióloga García Alba. "Los mosquitos no
cambian su aspecto, la radiación que reciben es como sacarles una radiografía,
es similar a lo que sucede con una persona cuando le toman una placa. La idea
es que compitan con ejemplares en estado salvaje, por eso deben ser en
apariencia iguales. El insecto tampoco queda radiactivo, en ese sentido no hay
riesgos", detalla la investigadora.
La técnica del
insecto estéril (TIE) surgió luego de la Segunda Guerra Mundial, como respuesta
al uso indiscriminado de insecticidas como el DDT, y ya se aplica en varios
países. De acuerdo con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), es
diferente a los procesos transgénicos y al control biológico.
La TIE ya era conocida para el grupo de investigación de la CNEA: "Nuestro equipo había trabajado en el control de la mosca de los frutos que provoca daños en la región de Cuyo. A partir de esa experiencia, el OIEA nos convocó para implementarla en mosquitos. El proyecto comenzó en 2014, y se profundizó en 2016. Es un trabajo que cuenta con un gran compromiso de todos y todas quienes participan", explica Mariana Malter Terrada, jefa del departamento de Aplicaciones Agropecuarias de la CNEA.
Misión:
erradicar al mosquito
La Argentina
atraviesa una epidemia de dengue como no se registraba desde 2020. "En un brote
como el actual, no hay ninguna técnica de control de plagas que pueda ser útil,
en este momento no podría realizarse la liberación de insectos estériles, en el
medio de la circulación tan importante del virus. Hay que adelantarse para
prevenir con todos los recursos disponibles, con el descacharrado
fundamentalmente, porque de lo contrario se llega tarde", asegura a este medio
la licenciada Marianela García Alba.
El trabajo de
esterilización de mosquitos que se realiza en la CNEA está en la etapa previa a
la liberación piloto, que se prevé para comienzos del año próximo, en el
municipio de Ezeiza. "Estamos poniendo a
punto esta técnica", explica García Alba, quien se capacitó para este proyecto
en Viena. "El rol de la comunicación es
esencial para que la comunidad se apropie de esta iniciativa, y entienda que se
van a liberar mosquitos para controlar la población de este insecto, porque si
no puede parecer contradictorio. Las diferentes formas de combatir al Aedes
aegypti deben ser complementarias porque ninguna de las técnicas será
suficiente para erradicarlo", concluye.
En el mismo sentido se expresa Mariana Malter Terrada: "La implementación de esta técnica tiene que ser utilizada en el marco de un manejo integrado del vector. No es magia, se suma a las otras herramientas, por eso es fundamental que la comunidad se comprometa con la tarea de eliminar el agua acumulada en los recipientes", dice la bióloga y explica: "Los huevos pueden resistir durante la época de bajas temperaturas y reiniciar su ciclo cuando regresa el calor".
La epidemia
en la Argentina
Las epidemias de
dengue en la región de las Américas crecen año tras año, en cantidad de casos y
también en fallecimientos. "Ahora podemos decir que es la más importante, pero
podíamos decir lo mismo en las anteriores de 2020, 2016 y 2009. El brote es muy
grande a nivel regional, y en la Argentina la mayoría de los casos se registran
desde la mitad del país hacia el norte, donde se encuentra presente el vector",
explica Analía Rearte, directora Nacional de Epidemiología e Información
Estratégica. "El dengue no es endémico en el país.
Durante varios meses, los más fríos, se interrumpe la circulación viral",
agrega la epidemióloga.
Las
condiciones ambientales y meteorológicas, con temperaturas más elevadas debido
al cambio climático, impactan en la situación sanitaria. "Una vez que el Aedes
aegypti pica a una persona enferma, adquiere el virus del dengue y necesita un
periodo de incubación de entre 8 y 12 días, según la temperatura, para que
pueda infectar. Por eso en las zonas más frías hay menos personas enfermas, o
no hay, y las infecciones aumentan en las regiones cálidas", explica Rearte.
El dengue tiene cuatro serotipos. Cuando una persona se infecta con uno de ellos, la inmunidad es duradera para ese serotipo. Y lo que se denomina "protección cruzada" contra otro, se prolonga entre seis y doce meses. "En el actual brote predomina el DEN2. La población está menos protegida porque en otros años no circuló demasiado, con lo cual hay muchas personas susceptibles. Además, quienes tuvieron infección por el serotipo DEN1, que circuló anteriormente y enferman por otro, pueden tener cuadros más graves", concluye la funcionaria del ministerio de Salud.
La vacunación, una estrategia que acompaña
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y
Tecnología Médica (ANMAT) acaba de autorizar el uso en la Argentina de la
vacuna contra el dengue del laboratorio japonés Takeda. La TAK-003, también
conocida como Qdenga, está aprobada además en Indonesia, la Unión Europea,
Reino Unido, y en la región, en Brasil.
"El virus atenuado original con el que se diseñó la vacuna
es el DEN2, pero al mismo se le añadió genéticamente ADN de los otros tres
serotipos. Por eso, la eficacia es muy buena frente a los cuatro, y es
excelente frente al 2. Puede utilizarse en personas de 4 a 65 años. Disminuye
más de 60 % la infección sintomática y supera 80 % en las hospitalizaciones y
cuadros graves", cuenta el médico infectólogo Javier Farina.
Según anticipó el laboratorio, la vacuna estará disponible
en la primavera. "El precio de las dos dosis ronda los 75 dólares en Indonesia
y los 240 dólares en el sector privado en Alemania. Habrá que ver como se
acuerda con el laboratorio el menor valor posible para poder realizar una
campaña de vacunación eficaz", agrega Farina, integrante de la Sociedad
Argentina de Infectología (SADI). Y finaliza: "La vacunación se suma al
abordaje y contención del dengue. La erradicación de enfermedades por la
vacunación solo se logró, y por un tiempo, con la poliomielitis a nivel
mundial, pero no es la única estrategia para frenar definitivamente una
infección".
Pablo Bonvehí, médico infectólogo también integrante de la
SADI, coincide en destacar las características de la vacuna TAK-003: "Se ha
visto que es eficaz en personas que tuvieron o no dengue y tiene pocas
contraindicaciones. Al ser una vacuna a virus atenuado, no puede utilizarse en
quienes están inmunosuprimidos o en personas embarazadas", detalla el jefe de
Infectología del CEMIC.
Ante epidemias cada vez más graves, ninguna estrategia por
si sola es suficiente. Las políticas sanitarias integrales, la educación, la
información, los avances científicos y tecnológicos y el compromiso comunitario
deben coexistir. El propósito único es erradicar al vector y así evitar el
aumento de casos y las muertes por enfermedades que, como el dengue, pueden
prevenirse.
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